domingo, 21 de agosto de 2011

Todo está hecho con espejos (1999)


De a poco se ha ido haciendo justicia con la imagen de Guillermo Cabrera Infante en Cuba, su país natal. Sobre todo reconociendo que el escritor formó parte de ese importante conglomerado de estrellas al que se denominó Boom latinoamericano (ver enlace), siendo uno de los escritores fundamentales de nuestro continente a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Escapó con problemas de su patria, durante ese periodo gris de la Revolución Cubana en el que había que abanderarse para opinar, pero jamás logró escapar de la propia politización de su obra, la cual le jugó en contra durante el resto de su vida. Porque, paradójicamente, la literatura de Cabrera Infante es un reflejo de las costumbres habaneras, la esencia misma de la identidad cubana, y atentar contra su país fue romper ese espejo del que están hechos todos estos relatos (a pesar de que la ingratitud del gobierno revolucionario y los más variados argumentos le sigan dando la razón).

Hoy en Cuba se está planteando un proceso de "redescubrimiento" del autor (ver enlace). Muchos resaltan el hecho como un ejemplo de los profundos cambios que la Revolución Cubana se ha propuesto para el futuro. Han pasado seis años desde su muerte, y aunque su fallecimiento no haya sido noticia en Cuba, poco a poco se ha ido dando el espacio y las circunstancias para su total reconocimiento. Este proceso se venía dando desde hace tres años atrás, cuando Elizabeth Mirabal y Carlos Velazco se titularon de periodismo con una tesis sobre el polémico escritor, que posteriormente ganaría el premio de ensayo de la Unión Nacional de Escritores y Artistas (2009), abriendo nuevamente el debate sobre su figura y su real importancia, demostrada sin lugar a dudas en el presente libro.

Este volumen de cuentos, compilados por el propio Cabrera Infante, reúne sus relatos favoritos sin ordenes temporales ni contextuales. Esta libertad se propaga al encontrarnos con su multiplicidad de temas, personajes, variantes lingüisticas y otros trucos de feria y de salón que se le van escapando del sombrero, utilizando el lenguaje y la narratividad como un verdadero ilusionista. A esto se le suman su ya reconocida pasión por el imaginario popular, su brillante uso del humor y su asedio constante a la cotidianidad, que le permite explotar con gracia los detalles más inhóspitos de nuestro día a día. En esta ocasión, podemos repasar su pasado periodístico y revolucionario en "Un día de ira", donde se relata el episodio de la explosión del buque La Coubre (ver enlace) en 1960. También son notables sus experimentos con el lenguaje y el costumbrismo cubano en "Josefina, atiende a los señores" y "La duración del tiempo", o su inagotable caleidoscopio cultural e intertextual en "Muerte de un autómata", "Delito por bailar el chachachá" y "El fantasma del Cine Essoldo".

En resúmen, Todo está hecho con espejos puede ser un libro irregular y desconcertante, tomando en cuenta la primera subjetividad que significa elegir lo mejor de tu obra. En este aspecto, muchos pueden estar en desacuerdo con el autor, opinar que faltan algunos cuentos inolvidables o reprocharle un par de caprichos innecesarios. Pero también vale destacar que tiene su encanto entrar en esta Casa de los Espejos, donde resulta imposible no toparnos con desfiguradas imagenes del propio autor, o algunos reflejos conscientes o inconscientes de esa Cuba conflictiva, que lo persiguió como sombra incluso hasta después de su muerte.

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