domingo, 5 de julio de 2009

El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco (2002)


Tuve la suerte personal de toparme con este libro cuando ya tenía casi toda la bibliografía de Bukowski leída (o al menos casi toda su prosa), porque funciona muy bien como conclusión para su obra total. Esto parece obvio, ya que fue escrito en el período en que el autor ya hablaba de frente con la muerte y escribía la que sería su última novela: Pulp, publicada póstumamente en 1994.

El libro funciona como un diario donde el escritor se explaya en un día determinado, hablando sobre lo que le sucede cotidianamente, siempre rozando aquellas verdades intrínsecas de la vida, con esa precisión casi brutal con que Bukowski desarrolla sus mejores frases. Y como nos tuvo acostumbrados a lo largo de su trayectoria, el resultado es fulminante. Una experiencia irónica y a la vez filosófica al estilo Bukowski: personajes aplastados por la existencia, ideas disparatadas, frustración, aislamiento, violencia psicológica, y aquella presión de escribir mientras la muerte te pisa los talones.

El talento de Bukowski no paró nunca. Se mantuvo hasta el final inspirando y torturando a su dueño como esas pensionistas odiosas que le cobraban la renta. Por lo mismo, podríamos decir que hasta el final de sus días tuvo que soportar ese enajenamiento que lo llevaba a escribir, esa dura impresión de que algo estaba mal tanto dentro como fuera de él, mientras todo se desvanecía cada día al acercarse de manera irremediable a su propio desvanecimiento.

Definitivamente, un libro impresindible para cualquier lector de este perro viejo, y para cualquier valiente aburrido de los cuentos de hadas y las falsas realidades best-sellerescas.

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