Hablar de Bolaño aún es sacar chispas; es tentar a la polémica y a sus más cercanos detractores. Porque a pesar de su temprana muerte, hace ya casi 8 años, el autor chileno sigue vigente aquí y en muchas partes del globo, donde su obra pasó a ser lectura obligada en un espacio de tiempo asombroso, convirtiéndose, de la noche a la mañana, en un clásico contemporáneo y una suerte de "rockstar" latinoamericano. Hoy en día nadie es capaz de poner en duda su agudeza, su talento y su precisión. Muchos se disputan su figura universal, que aunque vagó y se instaló en diversos lugares del mundo (con mayor influencia en México y España), siempre volvió a su raíz guiado por su espíritu crítico y la impotencia que le provocó la distancia. Por eso quizá la realidad chilena solía desfilar en sus artículos, columnas y ensayos (léase Entre paréntesis, Ed. Anagrama, 2004) con una fuerza omnipresente, casi insidiosa y malintencionada, pero siempre lúcida, ocurrente y oportuna. Le preocupó el panorama artístico de nuestro país a tal punto que ejerció una importante presión sobre él, señalando constantemente los que valían o no valían la pena, y en decirlo nunca tuvo pelos en la lengua. De hecho, la aparición de Nocturno de Chile, a finales del año 2000, representó esa sacudida intelectual que ya se venía anticipando en sus más duros comentarios: un conflictivo retorno al país natal, la venganza político-literaria de un escritor ya maduro e implacable.
Nocturno de Chile es el reflejo oscuro de nuestro panorama literario y socio-cultural en dictadura. Si sus personajes son patéticos e hipócritas, es porque la sociedad chilena en ese tiempo también era patética e hipócrita. Pero, lo que más llama la atención, no es el ataque a ese periodo histórico tan vulnerable a la crítica, sino la forma en que el autor lo enfrenta y lo asedia sin caer ni porsiacaso en el panfleto politico. El acercamiento a la realidad no es solo parcial, sino que además se juega con la sinceridad a tal punto que los protagonistas son Alone y el cura Valente, dos pintorescos personajes de la derecha chilena, parodiados por un autor sarcástico hasta su extremo más doloroso e incómodo. Bajo las máscaras de Farewall (Alone) y el cura Ibacache (Valente), Bolaño esconde la degradación de todos los valores falseados por la dictadura, pudriéndose detrás de instituciones como el Opus Dei, la Junta Militar y las aristocráticas sociedades de escritores donde, irónicamente, el autor sitúa al personaje Pablo Neruda, satirizando aún más su imagen popular.
En cuanto a la forma de narrar, el autor hace gala de sus trucos más conocidos y eficaces, no solo apostando por la ironía, sino también por la dispersión, el humor negro, su minimalismo cosmopolita y un mosaico de historias que nos hacen perder el hilo y abandonarnos en terrenos inhóspitos, a los cuales muchas veces no sabemos como mierda llegamos. Eso es lo que hizo famoso a Bolaño en Los detectives salvajes (1998), quizá su novela más reconocida, y en Nocturno de Chile se reitera al servicio de una historia que se va perdiendo entre la realidad y la ficción, sin tomar partido por ninguna de las dos. Una genialidad más a la lista, sin lugar a dudas, como la fantástica idea de escribir la novela en un solo párrafo, sin detenciones, quebrando la linealidad al final con una sentencia rotunda y lapidaria, como haciéndonos parar un poco antes del abismo.
Podría alargarme un poco más, pero es necesario dejarlo hasta ahí para que puedan disfrutar ustedes mismos de esta increíble novela. Es necesario fijarse muy bien en los personajes, porque el tratamiento hacia ellos es fundamental, como lo disponen los grandes escritores. Por otro lado, la edición chilena del libro ya está agotada hace algún tiempo, y los únicos ejemplares sobrantes están a un precio que cae en lo absurdo, sobrepasando los 16.000 pesos chilenos (30 dólares aprox). Para los que no quieren gastar en semejante barbaridad, les dejo un link de descarga. Ojalá lo disfruten:
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