Kerouac no fue un erudito. Tampoco un gran prosista ni un poeta de palabras consagradas. Pero sí fue un seguidor de la filosofía Zen, un aventurero, un autoestopista y un noble y paradigmático vagabundo. Esas experiencias fueron las que lo transformaron en un poeta de la sencillez; en un loco sabio que aprendió a lo largo de toda su vida sobre la esencia y la verdadera importancia de cada cosa.
En este libro, muy bien trabajado por la editorial Visor, se da a entender a cabalidad todo lo anterior. Es una colección de poemas a la medida de su autor: sencilla y libre, pero rebosante de profundidad, talento y sabiduría.
Es difícil lograr lo que hicieron personajes como Jack Kerouac. Su generación aún nos tiene mucho que decir, y su trascendencia se debe en parte a que aún no cambian las costumbres materialistas del ser humano. Pero a pesar del lento aprendizaje de nuestra raza y su muy constante tendencia hacia el abismo, artistas como Kerouac permanecen ahí, molestando, e incitanto a cada uno de nosotros a tomar el verdadero rumbo: el rumbo de la auténtica libertad.
Para leer algunos de los poemas en su formato electrónico, ver el siguiente link.
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Es difícil lograr lo que hicieron personajes como Jack Kerouac. Su generación aún nos tiene mucho que decir, y su trascendencia se debe en parte a que aún no cambian las costumbres materialistas del ser humano. Pero a pesar del lento aprendizaje de nuestra raza y su muy constante tendencia hacia el abismo, artistas como Kerouac permanecen ahí, molestando, e incitanto a cada uno de nosotros a tomar el verdadero rumbo: el rumbo de la auténtica libertad.
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