lunes, 9 de febrero de 2009

Los vagabundos del Dharma (1958)


Jack Kerouac basa su escritura en sus experiencias, en lo que le sucede diariamente y en los detalles trascendentales que le cambiaron la vida. En su clásico En el camino nos habla de sus vueltas por México y Estados Unidos al ritmo de las drogas, las orgías y los excesos. Pero en este libro, que cobra un sentido mucho más íntimo y espiritual, nos habla de su experiencia con el budismo, dejando a la vez un testimonio sobre la ascensión que tuvo en aquella época la cultura oriental sobre la nuestra, una cultura gastada y corrompida por el capitalismo y sus vicios. Por lo mismo, incluso para nuestros tiempos, la gracia no es menor, pensando que ese testimonio fue creado ahí, en el epicentro del consumo, en los años en que Estados Unidos luchaba a muerte contra sus opositores, mientras en el ambiente se respiraba una subversión de jovenes que Kerouac representa muy bien en sus textos.

Los protagonistas, como suele suceder en la literatura de Kerouac, son sus amigos de juerga: los poetas Allen Ginsberg (Alvah Goldbook) y Laurence Ferlinghetti (Warren Coughlin), aparte de él mismo, bajo el seudónimo de Ray Smith, y el maestro zen Gary Snyder, posiblemente el verdadero protagonista de la historia, oculto con el nombre de Japhy Ryder. Éstos, además de otras figuras de la bohemia poética de San Francisco, son partícipes de una excentricidad y un estilo de vida míticos, donde las drogas, el sexo, la literatura y el jazz conforman una red de influencias espirituales que todos parecen compartir. Pero es solo Kerouac quién decide cambiar el rumbo de su vida y alejarse a las montañas, guiado siempre por su amigo y maestro Gary Snyder, quién lo conducirá por el camino del Dharma, el "auténtico significado" de la vida según el ideal budista, que consiste, entre otras cosas, en conseguir la Iluminación y la eliminación del sufrimiento a través del entrenamiento mental, la meditación y la armonía con la naturaleza, alejándose además del deseo, causa notable de muchos de los pesares del autor.

Fuera de si consigue o no sus objetivos, este libro representa la transición espiritual de un Kerouac desilucionado y envuelto en el fracaso, que encuentra en el budismo la forma de alcanzar esa plenitud que mucha gente busca con desesperación, alejándose de lo material y lo que sustancialmente no es necesario. Así, se inicia un peregrinaje que llevará a nuestro autor-protagonista a hallar muchas cosas valorables más allá de lo plausible, además de encontrarse consigo mismo, una hazaña invaluable para un mundo como el nuestro. Por ello, este libro representa también una importante alternativa para nuestra sociedad moderna, cada vez más deshumanizada a causa del sistema de consumo y la importancia desmedida del dinero, dejándo así una moraleja que repercute hasta hoy sin gastarse. Y eso, sin lugar a dudas, es algo que todo buen libro debería lograr.

Para leer en formato .pdf, ver el siguiente link.

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