martes, 24 de febrero de 2009

Poemas dispersos (1971)


Kerouac no fue un erudito. Tampoco un gran prosista ni un poeta de palabras consagradas. Pero sí fue un seguidor de la filosofía Zen, un aventurero, un autoestopista y un noble y paradigmático vagabundo. Esas experiencias fueron las que lo transformaron en un poeta de la sencillez; en un loco sabio que aprendió a lo largo de toda su vida sobre la esencia y la verdadera importancia de cada cosa.

En este libro, muy bien trabajado por la editorial Visor, se da a entender a cabalidad todo lo anterior. Es una colección de poemas a la medida de su autor: sencilla y libre, pero rebosante de profundidad, talento y sabiduría.

Es difícil lograr lo que hicieron personajes como Jack Kerouac. Su generación aún nos tiene mucho que decir, y su trascendencia se debe en parte a que aún no cambian las costumbres materialistas del ser humano. Pero a pesar del lento aprendizaje de nuestra raza y su muy constante tendencia hacia el abismo, artistas como Kerouac permanecen ahí, molestando, e incitanto a cada uno de nosotros a tomar el verdadero rumbo: el rumbo de la auténtica libertad.

Para leer algunos de los poemas en su formato electrónico, ver el siguiente link.

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